En este post quiero referirme brevemente a una temática poco tratada, pero que, sin duda, puede ofrecernos claves operativas y pertinentes en el ámbito de la empresa, más aún teniendo en cuenta el contexto cotidiano en el que vivimos: crisis, complejidad, inestabilidad. Un mundo en el que prima cierto desconcierto, en el que todos necesitamos encontrar respuestas a la inquietud, tanto en el trabajo como en la vida personal.
En los últimos años años, el concepto de valores corporativos y Responsabilidad Social Corporativa ha ido adquiriendo mayor presencia en la empresa. Actualmente, muchas ya lo están implementando en sus planes estratégicos. Sin embargo, hay otras dimensiones, paralelas a las estrictamente corporativas, que todavía no han sido desarrolladas en toda su magnitud. Me refiero a la espiritualidad y los valores trascendentes como medio del buen funcionamiento de las interrelaciones laborales.
Tal como lo explica Elizabert Robles (Universidad de Puerto Rico) en un estudio de 2011: «La espiritualidad se puede ver como una herramienta gerencial de motivación para el líder del siglo XXI. Ésta ayuda a una mejor atmósfera en el lugar de trabajo. Es una visión de vida positiva, optimista y mejora la autoestima. Los empresarios que apoyan la espiritualidad en la gestión de empresas creen firmemente que ésta puede ayudar a que los empleados sean más productivos, participen más en la toma de decisiones y que les da sentido, significado y propósito a su trabajo y a su vida»
Aunque pueden atribuirse diferentes significados a la espiritualidad, el concepto aplicado al ámbito de la empresa se distancia de la esfera religiosa para centrarse en valores trascendentes que atañen a todos y son incluyentes, activan y refuerzan el sentimiento profundo de la interconexión. A finales de los años 90 del siglo XX, investigadores como I. Mitroff y E. A. Denton ya estaban exponiendo y cuestionándose el papel de la espiritualidad en el contexto laboral, llegando a conclusiones de gran calado: la gente está hambrienta por conseguir maneras en las cuales puedan practicar la espiritualidad en el trabajo.
Otros autores, como C. Sangster, asocian la espiritualidad a un pensamiento holístico. Resulta especialmente interesante su definición del trabajador que aplica ese tipo de pensamiento holístico o espiritual: «Aquel que piensa cooperativamente y altruistamente. Tiene un punto de vista del mundo balanceado y objetivo. Escucha así como se expresa. Aplica el pensamiento amplio tridimensional… Encuentra tiempo para pensar bien las cosas, objetivamente. Piensa lateralmente para promover soluciones realistas. Estimula y le da poder a otras personas sin egoísmo. Trabaja con su mente abierta con distintos tipos de personas. Demuestra consistentemente integridad y confianza»
Con estas ideas preliminares quería, sobre todo, expresar la importancia de inculcar e implementar la espiritualidad en las organizaciones. La espiritualidad tiene que ver, además, con valores que todos somos capaces de reconocer y hacer funcionar en nuestra actividad diaria. Eso incluye el mundo del trabajo.
Uno de los propósito de The RxFactor es, precisamente, detectar y comprender los valores y capacidades presentes en cada trabajador. Con el perfil psico-energético, por ejemplo, profundizamos en las tendencias internas de la persona, tanto manifiestas como latentes. Realizamos perfiles individuales y colectivos. La finalidad tiene mucho que ver con cuestiones que se han tratado en este post. A fin de cuentas, ¿no se trata de disipar los posibles desequilibrios que pueden darse en la empresa para alcanzar un mayor bienestar colectivo, rentabilidad emocional y financiera, eficiencia y salud laboral? Esa es nuestra tarea.